Si me preguntas, podría decirte que tuve una infancia feliz. Y no mentiría. Pero con los años descubrí que detrás de aquella niña sonriente también vivía una pequeña con carencias emocionales importantes… de esas que no se ven en las fotos familiares, pero que se sienten —y mucho— en la vida adulta.
Mi niña interior llevaba años enviándome señales: en mis relaciones, en mis decisiones, en mis miedos, en esa vocecilla interna que me susurraba (o a veces me gritaba): “No vales lo suficiente”. Pero yo, como tantas de nosotras, estaba ocupada sobreviviendo: divorcio, dificultades económicas, sacar adelante cinco hijos, superar un cáncer… ¡casi nada!
Algunas actividades han sido realmente reveladoras y profundas, otras divertida y agradables. Unos días de darnos caña y otros de disfrutar.
¡¡Gracias!!
Reconozco que ponerme a hacer las actividades me ha costado mucho ero una vez en materia ha sido muy placentero.
Ha habido algunas actividades que me han resultado más difíciles (perdonarme a mi) y otras fáciles y gustosas (baño) pero entre todas me quedo con la casilla 9 donde expresé a mis padres (simbólicamente) el enfado por un abandono… ¡¡¡fue tan liberador expresarme arropado por mí mismo!!!
Gracias por este juego que llevo en una caja con corazón.
De este juego me quedo principalmente con el contacto con mi cuerpo, escribir mis miedos, contrastar algo que o hice y que de haberlo hecho pudo dar un resultado diferente, mi ley eterna y escribir sobre mi mejor versión.
El resto del juego propuesto es muy interesante, pero en mayor o menor grado profundidad los había tratado antes.
Dara, agradezco tus propuestas porque hacen que recupere mis “ojos internos” y me entienda.